Los físicos, pese a carecer de una teoría cuántica de la gravedad viable, no pueden resistir la tentación de proponer hipótesis sobre las características del espaciotiempo a escalas de distancia de 10-33 cm (la escala de Planck, a la que pasan a ser importantes los efectos cuánticos de la gravedad), aunque sólo sea para convencerse de que sus conceptos más amados se desintegran a tales distancias. Pero cualquiera de esas hipótesis, por ahora, chocan con una realidad: los fósiles que se disponen para estudiarlos no sabemos interpretarlos. A temperaturas muy elevadas, la situación se deteriora rápidamente. En el borde fatal de 10-32 K –la temperatura de Planck–, nada marcha. Nuestra física deja de funcionar.
El comportamiento de la materia en esas extremas condiciones se encuentra muy por fuera de nuestras posibilidades de manejo. Peor aún, hasta nuestras nociones tradicionales pierden su sentido, y tocamos los límites del conocimiento que hasta ahora ha adquirido la humanidad. Pero como los físicos son personas habituadas a hacer volar sus pensamientos, algunos de ellos sostienen que a la escala de Planck el espaciotiempo adopta una estructura espumiforme.
A escalas de mucha distancia, como las que experimentamos a diario, el espaciotiempo parece plano y liso como la superficie del mar vista desde lo alto; pero al aproximarnos a la escala de Planck, se agita y espumea como un océano turbulento. Si los físicos pretenden describir el micromundo a la distancia de la escala de Planck, quedará poco del espaciotemporal continuo en el que se ha basado hasta ahora la descripción de la naturaleza. Es posible que se apele a nuevos conceptos más allá del espacio y del tiempo. Mas, pese al hecho de que las teorías relativitas del campo cuántico actuales fallen a la escala de Planck, los físicos no hallan nada que les impida describir el micromundo a todas las escalas de distancia superiores a la escala de Planck. Ese es el motivo de que se prescinda sin problema de la gravedad al pensar en unificar todas las otras fuerzas. Hay ya teorías, aunque parciales, matemáticamente coherentes (GUT's), que unifican las fuerzas débil, electromagnética y fuerte a escalas de distancia previas a la escala de Planck, aunque no hayan sido verificadas experimentalmente. Muchos físicos están convencidos de que si bien teorías como las GUT's han aclarado la dinámica del universo muy primitivo, mientras no exista una teoría totalmente unificada (que incluya la gravedad) no se podrá describir el origen del universo. Porque si imaginamos que retrocedemos en el tiempo hasta el universo muy primitivo, la temperatura y la energía de interacción de partículas cuánticas pueden aumentar sin límite de modo que llegará un momento en que se penetre en la escala de distancias de Planck. El problema de la gravedad cuántica se plantea inevitablemente si queremos aclarar el origen del universo.
Aunque los físicos no hayan logrado, ni mucho menos, inventar una teoría de campo totalmente unificado que incluya la gravedad, hay muchos que creen que se ha dado un gran paso adelante en esta dirección en la última década. El punto de partida ha sido siempre la teoría de la relatividad general de Einstein y conceptos con ella relacionados, por lo eficaz que es esa teoría para explicar la física gravitatoria macrocósmica. El problema es que hay que modificar esta teoría sin perder por ello las predicciones ya probadas de la gravedad a gran escala y resolver al mismo tiempo los problemas de la gravedad cuántica a corta distancia y de la unificación de la gravedad con las otras fuerzas de la naturaleza. Se han propuesto soluciones a este problema, como la «teoría de la supergravedad» y la «teoría de Kaluza-Klein» y, la más reciente, que ha despertado gran interés: «la teoría de las supercuerdas» .
Sólo el tiempo podrá decirnos si estas ideas van a llevar a los físicos a callejones sin salida o si nos conducen hacia una teoría general del universo. Pero en el fondo, no son más que «ideas vesánicas de la historia sin fin…», que podrían, a lo mejor, estar en lo cierto.
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