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LA ERA DE APOLLO

Apollo es el nombre del programa espacial estadounidense, y de las astronaves que formaron parte de él, que el 20 de julio de 1969 consiguió llevar por primera vez a un hombre a la Luna y que en el plazo de un trienio, desde 1969 a 1972, alunizaran sobre el satélite natural de la Tierra, 6 expediciones con un número total de 12 astronautas. Fue el presidente John Fitzgerald Kennedy, el 25 de mayo de 1961, en su mensaje anual al Congreso sobre el estado de la Unión, quien anunció que antes del final de la década, Estados Unidos llevaría un hombre al suelo lunar y le haría retornar a la Tierra sano y salvo. 

La astronave Apolo, con la cual se realizó la conquista de la Luna, estaba compuesta esencialmente de tres partes: Un módulo de mando de forma cónica, un módulo de servicio, con forma cilíndrica y un módulo de expedición lunar, también llamado LEM, iniciales de Lunar Excursion Module, con una forma característica de araña con cuatro patas. Después de la Apolo 11, que llevó el primer hombre a la luna, se realizaron otras 6 misiones lunares. De ellas sólo una, la "Apolo 13", no pudo completarse con el alunizaje en nuestro satélite. Las otras misiones profundizaron en la exploración de la superficie lunar, valiéndose también de un vehículo llamado jeep o rover lunar. 

El programa Apolo se concluyó antes de lo previsto tanto por razones económicas, como porque ahora ya no aparecía suficientemente motivado a los ojos de la opinión pública. Si se prescinde de los costos de realización, es indudable que su contribución científica al conocimiento de nuestro satélite natural y a la evolución de las tecnologías astronáuticas fue enorme. El cohete portador de la misión era el Saturno V. Sus características eran las siguientes: altura del portador completo, 110 m; altura de la primera fase, 42,6 m; diámetro, 10 m; funcionamiento con propulsante líquido (oxígeno y keroseno); carga del propulsante al despegue, unas 1.000 t de oxígeno y 500 t de queroseno; el aparato de propulsión estaba constituido por 5 propulsores distintos, capaces de desarrollar en conjunto un empuje de 3.885 t con un consumo de unas 15 t/s; los 5 propulsores se disponían uno en el centro y los otros 4 sistemáticamente en torno al mismo. La segunda fase tenía el mismo diámetro que la primera, pero con una altura de 25 m, y desarrolló un empuje máximo de 500 t. Llevaba a bordo una reserva de 372 t de oxígeno líquido y 72 t de hidrógeno líquido. Se trataba de un cohete particularmente avanzado, por cuanto era de notables dimensiones y funcionaba con oxígeno e hidrógeno, par de propulsantes bastante difícil de manipular pero de elevado rendimiento. La tercera fase, que funcionaba también con oxígeno e hidrógeno líquido pesaba, a plena carga, 225 t, y era capaz de ejercer un empuje de 100 t. La partida del Apollo se efecuó con la técnica de la órbita de espera. La primera fase permaneció activa durante 2,4 minutos, e imprimió al complejo una aceleración energética. En esta fase los astronautas cuatro veces y media más, lo que constituía un inconveniente para el aparato circulatorio, pero que no provocó trastornos. Unos 12 minutos después del lanzamiento, el apollo entró en órbita y se desprendió de la segunda fase. En la órbita de espera permanecían la cápsula, el módulo principal de servicio, el módulo lunar (aún protegido) y la tercera fase del portador. 

El módulo lunar tenía una estructura típicamente definida por funciones a desarrollar y sin formas aerodinámicas. Pesaba 14 t a plena carga y su altura era de 7 m. Considerándolo posado sobre la superficie lunar estaba constituido de arriba abajo, de la siguiente manera: en la parte superior, la zona de permanencia, con las dimensiones de la cabina de un ascensor pequeño , para tres astronautas con sus pesados equipos protectores; también ahí estaban instalados, el aparato de radio de a bordo y un ordenador electrónico para la dirección del vehículo y la terminación de la trayectoria. Desde una perspectiva científica se puede afirmar que el Programa Apollo no valió la pena puesto que resulta evidente que se podría haber conseguido con mucho menor riesgo y a un coste muy inferior por medio de sondas y robots. Desde el punto de vista técnico sí valió la pena ya que se avanzó en campos como la computación, la aeronáutica, los nuevos materiales, las comunicaciones, la miniaturización, etc. 

Fue, sin lugar a dudas, un colosal proyecto científico.

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