El 5 de marzo de 1946, el exprimer ministro británico Winston Churchill emitió una célebre conferencia en el salón de actos del Wetsminter College de la Universidad de Fulton en la cual advirtió al mundo de los pasos que daba el comunismo en Europa y anunciando con ello el inicio oficial de la Guerra Fría al manifestar que «desde Stettin, en el Báltico, hasta Trieste, en el Adriático, ha caído sobre el continente un telón de acero».
Con esta afirmación, telón de acero o cortina de hierro, se refería a la frontera que había pasado de ser geográfica a ser ideológica y que dividía el continente y separaba a los países que luego de la Segunda Guerra Mundial quedaron bajo la influencia de la Unión Soviética, de los países occidentales de ideología capitalista alineados con los Estados Unidos. De esta manera, la relación entre quienes fueran aliados en la Segunda Guerra Mundial se desintegró totalmente.
La rivalidad entre la Unión Soviética y los Estados Unidos era evidente, cada Estado solo esperaba el ataque del otro y la desconfianza estaba en el aire. Sin embargo, más allá del temor de que tuviera lugar una tercera guerra mundial, había algo más que despertaba el interés de las naciones: la exploración del espacio exterior. Fue así que en el siglo XX el hombre logró dar los primeros pasos en la conquista del espacio.
Es así como se inició en ambos países con objetivos de defensa y ataque, pero que se direccionó rápidamente hacia la conquista del espacio y fue en el contexto de guerra que tuvo lugar la carrera espacial, como producto del conflicto. Primeros pasos en la carrera espacial. Octubre de 1957. El 4 de octubre de 1957 los soviéticos lograron su primera hazaña, pusieron en órbita el Sputnik I y así consiguieron que los ojos del mundo se posaran en Moscú y en su gran proeza.
El Sputnik I era una esfera metálica de 58 centímetros de diámetro y de cuyo exterior sobresalían únicamente las antenas; orbitó la Tierra durante tres meses y completó 1400 revoluciones a la Tierra. A decir verdad, el Sputnik no cumplía una función trascendental ya que la tecnología desarrollada hasta el momento no había llegado tan lejos, así que dicho satélite solo emitía un pitido que podía captarse desde la superficie terrestre. No obstante, la importancia de tal suceso no puede subestimarse ya que fue la primera vez que el hombre logró enviar un artefacto al espacio exterior.
Así empezó todo...hasta hoy, a la espera del lanzamiento del telescopio espacial James Webb, en Octubre de este año.
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