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VIDA FAMILIAR DE STEPHEN

Hawking conoció a su primera mujer, Jane, cuando ambos eran estudiantes en Cambridge. Ella capeó los triunfos académicos del teórico de los agujeros negros espaciales y el origen del universo y comenzó a zozobrar con la avalancha de fama que trajo su best-seller 'Breve historia del tiempo', a partir de 1988.

"Yo tenía dos niños pequeñísimos, llevaba la casa y cuidaba de Stephen las veinticuatro horas del día. Le vestía, le bañaba y él rechazaba toda ayuda salvo la mía. Pensé que forzarle a tomar medidas al respecto sería demasiado cruel", confesó en una entrevista la primera señora Hawking, quien hizo un doctorado en poesía medieval española. "Una de las grandes batallas fue conseguir que usara la silla de ruedas. Me movía con Stephen sujeto de un brazo, el bebé en el otro y el segundo niño corriendo detrás. Era desesperante porque el pequeño salía corriendo y yo no podía perseguirle. Este tipo de situaciones hicieron mi vida bastante imposible", añade ilustrando una faceta desconocida del orgulloso académico.

Elaine Mason dio un vuelco trascendental en la trayectoria del premio Príncipe de Asturias. Nadie tiene una buena palabra para la enfermera que tomó control del más famoso discapacitado del planeta. Su cuerpo va perdiendo movilidad desde 1963, cuando le diagnosticaron esclerosis lateral amiotrófica (ELA) y le dieron dos o tres años de vida. Hoy sigue mentalmente activo, aunque físicamente más debilitado, recién cumplidos los 73. "Controladora, manipuladora y mandona". Estos son los adjetivos más suaves que recogen los perfiles de la mujer que invadió el espacio físico y sentimental de Hawking. El nuevo domicilio en Cambridge era un coto cerrado para la divorciada Jane y, según dicen algunos, los tres hijos rara vez eran bienvenidos.

Mientras, enfermeras y asistentes comenzaron a airear intimidades en el nuevo ajuste conyugal. Todas coincidían en que la matrona de la casa era propensa a estallar en arrebatos de ira, a maltratar físicamente al científico y someterle a continuas humillaciones. En una ocasión, Hawking ingresó en el hospital aquejado de neumonía, pero también con cortes en la cara y moratones en las extremidades. La gota que colmó la paciencia de su entorno fue una insolación severa que sufrió cuando al parecer su mujer le dejó horas al sol, sentado en su silla, una calurosa jornada veraniega. Su hija Lucy denunció a la madrastra a la policía. Pero la investigación por presuntos abusos físicos tropezó con un muro infranqueable en 2004. Hawking se negó a colaborar con las pesquisas policiales o a corroborar los extendidos rumores sobre la crueldad de Elaine Mason, según señaló entonces la prensa británica. El caso se archivó sin que la pareja aclarara la situación en público. Dos años después, ambos firmaron los documentos del divorcio.

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