La vida apareció en la Tierra 10.000 millones de años después del Big Bang, pero seguramente existía de alguna forma en las galaxias más antiguas, solo unos 400 millones de años después de la formación del Universo.
Hay evidencias indirectas de que la vida que conocemos no comenzó en la Tierra, afirma el astrofísico Ethan Siegel, sino que existía antes de la formación de la Tierra.
La Tierra se originó hace unos 4.500 millones de años, donde surgió la vida hace 3.800 millones de años: ocurrió 700 millones de años después de la formación de nuestro planeta y casi 10.000 millones de años después del Big Bang.
Siegel destaca también que la vida no se pudo originar inmediatamente después del surgimiento del universo, pero que tampoco necesitó esos 10.000 millones de años para emerger por primera vez.
De hecho, pudo surgir mucho antes, unos cientos de millones de años después del Big Bang, calcula Siegel. Otras estimaciones, realizadas por astrónomo sueco René Liseau, apuntan a que la primera vida podría haber aparecido cuando el universo tenía menos de 100 millones de años.
El afamado astrónomo de Harvard, Avi Loeb, va incluso más lejos: estima que la primera forma de vida pudo surgir solo unos 50 millones de años después del Big Bang, cuando las primeras estrellas desarrollaron la nucleosíntesis estelar: fusión del hidrógeno en helio y después en carbono. El carbono y otros elementos formados por este proceso son fundamentales para la vida.
Loeb añade algo no menos sorprendente: la vida podría surgir también en el futuro, sin ninguna relación directa con la Tierra, en planetas que orbitan alrededor de estrellas enanas, como Proxima Centauri, situada a solo 4,22 años luz de nosotros. En cualquier caso, está asumido que en el más remoto pasado se dieron oportunidades para la vida en los centros de las galaxias más antiguas.
La galaxia más antigua conocida se formó 400 millones de años después del Big Bang, cuando solo existía el tres por ciento de todo el universo. Puede ser considerada una referencia temporal de la aparición de la vida, unos 9.000 millones de años antes de que surgiera en la Tierra. Incluso hoy apreciamos enormes cantidades de moléculas orgánicas complejas en el espacio que rodea los centros de las galaxias de la Vía Láctea (unas cinco mil), o en los entornos donde se están formando futuras estrellas.
Suponemos que esas moléculas orgánicas complejas, precursoras de la vida, están también en galaxias que están más allá de la Vía Láctea (unos dos billones), pero tenemos más dificultades técnicas para reconocerlas. Otro factor a tener en cuenta: aunque damos por hecho que el agua es el único líquido que puede sustentar la vida, no podemos descartar que en el universo primitivo pudo haber otros líquidos tal vez capaces de acogerla.
El proyecto de investigación sobre el universo temprano Cosmic Evolution Earley Release Science (CEERS) que utiliza las capacidades del Telescopio Espacial James Webb al fin muestra sus resultados. Meses de monitoreo en lo más distante del universo visible se usaron para crear una corta pero impresionante visualización que resume un viaje por cinco mil galaxias en tercera dimensión rumbo al pasado.
El video corresponde a la Franja de Groth Extendida, una pequeña región del firmamento que se encuentra en medio de las constelaciones de la Osa Mayor y Bootes. La línea cuenta con 100 mil galaxias identificadas, pero la visualización construida por el Instituto de Ciencias del Telescopio Espacial solo toma como referencia el 5% de ellas.
A medida que el usuario avanza en el video, puede observar galaxias más distantes y por tanto, retrocede en el tiempo hasta llegar a las etapas más tempranas del universo. Recordemos que la información del universo primitivo está, ahora mismo, presente y disponible en la medida en que contemos con los instrumentos de captación de luz lo suficientemente sofisticados. La luz tiene una velocidad finita de 3,000 km/s. Por eso, observar un objeto que se encuentra a un año luz de distancia es observar cómo era ese objeto hace un año. Más precisamente, es observar la luz que ese objeto emitió o reflejó hace un año.
Los instrumentos capaces de captar la luz proveniente de objetos que se encuentran a miles de años luz de distancia están observando, literalmente, cómo eran esos objetos hace milenios. Según las anotaciones de la NASA, cada segundo del video equivale a viajar 200 millones de años luz. Equivale, por lo tanto, a “ver 200 millones de años más en el pasado”.
“Este observatorio (el James Webb) simplemente abre todo este período de tiempo para que lo estudiemos. Antes no podíamos estudiar galaxias como la de Maisie porque no podíamos verlas. Ahora no solo podemos encontrarlos en nuestras imágenes, sino que también podemos descubrir de qué están hechos y si difieren de las galaxias que vemos cerca”, aclaró Rebecca Larson, investigadora miembro del CEERS...
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