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VOYAGER AL CORAZON DE LAS TINIEBLAS

 

Las sondas espaciales gemelas estadounidenses Voyager I y Voyager II, fueron lanzadas en 1977 por dos cohetes Titan IIIE-Centaur/6 y Titan IIIE-Centaur/7 respectivamente. La misión que llevan a cabo desde entonces constituye sin duda uno de los acontecimientos más importantes de la carrera espacial. El objetivo de estas dos sondas era la exploración de Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno aprovechando la gravedad (tirón gravitacional asistido) y la especial conjunción en su posición en el espacio de estos planetas y que evita en gran medida tener que utilizar los instrumentos de propulsión de a bordo.
El sobrevuelo de cada planeta modifica la ruta de vuelo de la sonda y aumenta su velocidad, lo suficiente como para entregarla al próximo destino haciendo que puedan pasar de un planeta al siguiente aprovechando el impulso gravitacional del anterior en su trayectoria, tras recoger y almacenar los datos proporcionados por los instrumentos de a bordo en su aproximación al planeta y con un gasto mínimo de combustible.
Se diseñaron con materiales resistentes a las radiaciones, y las piezas más sensibles recibieron una protección suplementaria. Un juego de 16 propulsores permitía a las naves controlar la posición y corregir la trayectoria. Cada uno de ellos producía un empuje de sólo 0,85 newtons, de forma que la nave podía realizar maniobras delicadas.
Ambas naves tienen un peso de 815 Kg y su longitud es de 3,35 m. La Voyager I fue lanzada el 5 de septiembre de 1977 desde Cabo Cañaveral (hoy cabo Kennedy), Florida y la Voyager II el 20 de agosto de 1977. El cuerpo central está constituido por un prisma de 10 caras. La carga útil de la misión científica principal consistió en 10 instrumentos. Se mantienen cinco equipos investigadores, aunque los datos son recogidos por dos instrumentos adicionales.
La Voyager I acelerada aprovechando los campos gravitacionales y con una ruta más corta y más rápida llegaría primero a Júpiter enviando las primeras fotografías en enero de 1979 y después y hasta el mes de abril el mismo año un total de 19.000. El 5/marzo/1979 alcanzó su máximo acercamiento al planeta (278.000 km) y aprovechando esta posición realizaría la mayor parte de las observaciones de las lunas, anillos, campos magnéticos y condiciones de radiación de Júpiter durante un periodo de 48 horas. Voyager I descubrió un anillo alrededor de Júpiter. No es tan espectacular como el de Saturno, teniendo únicamente 30 Km. de grosor y 9.000 Km. de anchura. Su borde interior está unos 57000 Km. por encima de la más alta capa de nubes del planeta.
El 12 de noviembre de 1980 y con ayuda de la aceleración proporcionada por el campo gravitatorio de Júpiter, alcanzó Saturno aproximándose asta una distancia de 124.200 km. recogiendo datos sobre su atmosfera así como también de la de Titán el más grande de sus satélites del que pasó a una distancia de unos 6.500 kilómetros.
La mayor parte de lo que conocemos de Neptuno se debe al Voyager II, que se acercó a él en 1989. Neptuno ha resultado ser más parecido a Júpiter que a Urano. Aunque la atmósfera tiene la composición del segundo, presenta los grandes intercambios de energía térmica del primero, dando lugar a ciclones y anticiclones, siendo el rasgo más sobresaliente de su atmósfera la Gran Mancha Azul, un vórtice anticiclónico en el hemisferio sur. Existen manchas claras correspondientes a cirros de metano a gran altitud, y a una temperatura lo suficientemente baja como para permitir que el metano se congele en pequeños cristales. Neptuno posee un anillo muy parecido al de Urano.

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