En el universo, las apariencias engañan. Todas las estrellas, galaxias y nebulosas vistas por los telescopios suponen sólo el cuatro por ciento del contenido del universo. Los científicos no saben con certeza cuál es la naturaleza del resto. Una gran parte del universo está compuesta de la llamada “materia oscura,” que no emite energía detectable, como la luz visible, rayos X u ondas de radio. Sin embargo, se revela mediante su gravedad, como cuando se nota que hay un imán debajo de la mesa porque atrae alfileres o clips.
El misterio de la materia oscura tiene más de 70 años. En 1933, Fritz Zwicky estudió los movimientos de las galaxias en el cúmulo de Coma y descubrió que las galaxias estaban moviéndose demasiado deprisa. El cúmulo se estaría dispersando, a no ser que fuera mucho más masivo de lo que parecía. Un año antes, Jan Oort había estudiado los movimientos de las estrellas en la Vía Láctea y, basándose en argumentos parecidos, había concluido que en nuestra galaxia hay más materia de la que se ve a simple vista.
Parte de la materia oscura consiste en materia ordinaria o “bariónica” (materia consistente en protones y neutrones) que no emite energía. Entre los posibles candidatos tenemos las tenues nubes de gas, los remanentes de estrellas muertas y los agujeros negros primordiales. Pero esto es sólo la punta del iceberg de la materia oscura: la cantidad de materia oscura extraña –nuevos tipos de partículas elementales- puede ser hasta diez veces mayor.
La mayoría de las búsquedas de materia oscura se han centrado en el halo de nuestra galaxia –una esfera en torno al disco principal, como el halo que se muestra en azul alrededor de la galaxia vista de perfil NGC 4361 (véase la parte superior derecha de la figura). Supongamos que alberga una gran cantidad de materia oscura que consta de átomos normales (llamada materia oscura “bariónica”). Esta materia puede estar atrapada en cuerpos pequeños y fríos, como estrellas muertas, enanas marrones frías (parte inferior derecha, en rojo), falsos planetas, o quizás incluso pequeños agujeros negros. Estos objetos hipotéticos se denominan MACHOs, acrónimo en inglés de Objetos Compactos y Masivos del Halo.
La naturaleza de la materia oscura “no bariónica” –materia oscura no compuesta de átomos normales- es más misteriosa. Puede consistir en partículas que rara vez, o nunca, interactúan con la materia normal, excepto a través de la gravedad. Los astrónomos llaman a esta materia oscura no bariónica WIMPs, acrónimo en inglés de Partículas masivas de Interacción Débil.
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